Desde
década de las 50 muchas empresas vienen adoptando estrategias de marketing que
pretenden convencer al público que necesita esto y lo otro para suplir sus
necesidades sin importar su calidad o precio ya que lo que realmente les
interesa es que el público gaste y que en unos meses más aquel objeto pasará de
moda y tendrá que comprar el último modelo, así sucesivamente. Piénsalo así:
¿Cuántas cosas nuevas compras cada mes, y cuántas compraban tus abuelos a tu
edad? Este fenómeno se debe a varios factores y se conoce como la transición
del consumo al consumismo (ya explicado en el post anterior).
Para ello
se ha propuesto una regla de 3 que consiste en reducir (comprar menos, utilizar
menos recursos), reutilizar y reciclar.
Primeramente
diferenciemos lo que es reciclar y reutilizar, este primer término se refiere a
un proceso fisicoquímico que somete al producto utilizado a un tratamiento
parcial o total y convertirlo en algo nuevo mientras que el segundo
evidentemente dice en su nombre ‘volver a utilizar’ de todas las formas
posibles; es una propuesta sobre hábitos de consumo popularizada por Greenpeace, que pretende desarrollar
‘sanos’ hábitos para un ciudadano eco-responsable.
La reutilización como una válida acción para disminuir la densidad de residuos es una técnica de bajo costo y sin gran esfuerzo, ya que el reciclaje manualmente no sería eficiente y eficaz, entonces al no contar con dichos instrumentos podremos dar un aporte reutilizando; al darle un nuevo uso a un elemento en ocasiones puede suponerse su restauración y en otras buscarle nuevos usos; ahora el sinnúmero de ideas que se puede cristalizar devolviéndole ‘vida’ a objetos ‘viejos’ se ha convertido en ingresos económicos para muchas personas alrededor del mundo, mercadillos, marcas de ropa, decoración para el hogar y todo lo que puedas imaginar sale de lo que consideramos “basura”.
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